Historia Del Arte Contemporaneo  
 
  Pintura de los años 40 06-05-2025 05:04 (UTC)
   
 

Estados Unidos

La pintura de los Estados Unidos tiene una historia de dos siglos, a partir de la independencia del país. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, los artistas pintaron sobre todo paisajes y retratos en un estilo realista. Las tendencias del arte moderno en Europa llegaron a los Estados Unidos a través de exposiciones en Nueva York como el Armory Show de 1913. Con anterioridad, los artistas estadounidenses habían basado la mayoría de su obra en la pintura occidental y las artes europeas. Después de la Segunda Guerra Mundial, Nueva York reemplazó a París como el centro del mundo artístico. Desde entonces, muchos movimientos estadounidenses han marcado el arte moderno y postmoderno.

Durante la época colonial y las primeras décadas de la nueva nación el único arte que se consideraba admisible, en un entorno puritano y laborioso, eran los retratos. La mayoría de los artistas de la época eran autodidactas. Hoy, los cientos de antiguos retratos que aún existen, realizados a partir de finales del siglo XVII, son altamente valorados por los coleccionistas. Entre los pintores destacados de la época cabe citar al neoyorquino Robert Feke o al escocés John Smybert. Smybert estudió con sir James Thornhill, y en 1728 acompañó al obispo Berkeley a América, con la intención de convertirse en profesor de bellas artes en la universidad que Berkeley pretendía fundar en las Bermudas, lo que nunca ocurrió. En 1731 pintó al Decano George Berkeley y su familia, cuadro también titulado El grupo de las Bermudas (Galería de Arte de la Universidad de Yales); desde este famoso núcleo de las colonias lo que se pretendía era incorporar el joven arte norteamericano al ámbito más amplio del arte británico de la época. Por ello, en los años precedentes a la guerra de independencia de Estados Unidos hubo destacados artistas que viajaron a Europa y algunos de ellos se quedaron allí. John Singleton Copley es considerado como el pintor con el que comienza la escuela de pintura americana. Realizó emblemáticos retratos de la clase comercial progresivamente próspera, pero marchó a Inglaterra en 1774 y allí su obra pareció perder fuerza.

Benjamin West: Tratado de Penn con los indios, 1771-72, óleo sobre lienzo, 190 x 274 cm, Academia de Bellas Artes de Pensilvania, Filadelfia.

 

En Londres ya vivía, desde 1763, Benjamin West, quien llegó a ser pintor de la corte del rey Jorge III de Inglaterra y actuó como presidente de la Real Academia durante 28 años. A lo largo de cincuenta años, por su taller fueron pasando pintores norteamericanos que buscaban formarse en Europa, por lo que a través de estos alumnos, su estilo influyó en la pintura de la nueva nación. Está considerado el primer pintor que se inspiró en la conquista del Nuevo Mundo, citándose su obra Tratado de Penn con los indios como un cuadro que ejerció gran influencia en la pintura de historia norteamericana posterior.

 

Entre los artistas que visitaron el taller de West en Londres estuvieron Gilbert Stuart y John Trumbull, quienes desarrollaron su carrera después de la Declaración de Independencia en 1776. La nueva nación necesitaba una historia, y parte de esa historia se expresaría visualmente, tanto mediante retratos como en pintura de historia. Stuart pintó a los nuevos cargos del gobierno, siendo famoso por los numerosos retratos que hizo de George Washington, a lo que se dedicó igualmente Charles Willson Peale. Por su parte, Trumbull representó grandes escenas de batallas de la guerra de independencia, renovando el género de composiciones neoclásicas de temática patriótica.





Norte America

Comienzan a surgir las primeras instituciones artísticas: la Academia de Bellas Artes de Pensilvania se fundó en 1805 en Filadelfia, mientras que la Academia Nacional vio la luz en 1825 en Nueva York. A pesar de ello, los artistas siguieron acudiendo a formarse a Europa, a lugares como Londres, París o Düsseldorf.

 

No tuvo gran éxito la pintura romántica estadounidense que seguía el academicismo europeo, como la pintura mitológica de Washington Allston o John Vanderlyn, suscitando escándalo este último por el desnudo de Ariadna en Naxos (1815). Más aceptación tenía la representación del paisaje, en todas sus formas, como los panoramas de Robert Fulton o los cosmoramas. El «recogimiento ante la naturaleza» se ha citado como uno de los rasgos de la cultura estadounidense, como se encuentra en Emerson, Thoreau o Walt Whitman.[1] Por ello no es de extrañar que la primera escuela de pintura originalmente estadounidense se centrara, precisamente, en el paisaje. Se trata de la Escuela del río Hudson, que apareció en 1820. Los artistas percibieron que el Nuevo Mundo ofrecía temas propios y únicos. En este caso, la expansión hacia el Oeste de los asentamientos atrajo la atención de los pintores hacia la belleza trascendente de los paisajes de la frontera. Con Thomas Cole a la cabeza, los pintores del río Hudson combinaron su gran destreza técnica con el paisaje romántico. Sus pinturas eran exploraciones visuales de la luz y de las maravillas de la naturaleza. En la segunda mitad del siglo se produjo una auténtica explosión de cuadros representando el paisaje nacional en lienzos inmensos con un carácter espectacular. A esta escuela pertenecieron también John Frederick Kensett, Frederic Edwin Church y Albert Bierstadt.

F.E. Church: El monte Katahdin desde Millinocket Camp, 1895, óleo sobre lienzo, Museo de Arte de Portland.

 

Comenzaron a surgir igualmente pinturas del Gran Oeste, que transmitían en particular el puro tamaño de la tierra y las culturas de los pueblos nativos que en ellas vivían. Artistas como George Caleb Bingham, que reflejó el Medio Oeste, o George Catlin especialista en retratar a los indios, se apartaron de la forma tradicional de presentar la tierra, que hasta entonces pretendía mostrar cuánto era propiedad del sujeto; ellos prefirieron mostrar de la manera más fiel posible el Oeste y su gente, incluidos los indios y su folklore.

 

Ha de destacarse el éxito de la escena de género a partir de 1830, motivada sobre todo por la creciente ilustración, los periódicos y las revistas, que acostumbraron al público a escenas de la vida cotidiana. En esta línea sobresalió William Sidney Mount.

Mary Cassatt, El baño 1891-92, Instituto de Arte de Chicago, aunque pintó en Europa, Cassatt está considerada una pintora estadounidense

 

Después de la Guerra de Secesión se produjo una bifurcación en los caminos de la pintura estadounidense. Por un lado, estaba los artistas «americanistas», que promovían una visión puramente americana, interesándose por los problemas de la vida real y dotando de gran valor al ser humano. Cultivan una pintura realista, influida por el enfoque directo y la visión sencilla de la escuela del río Hudson. Winslow Homer representó a la América rural: el mar, las montañas y las gentes que vivían cerca de ellos. La vida urbana de clase media encontró su pintor en Thomas Eakins, un realista intransigente cuyos retratos desolados, sin artificios, se apartaban del sentimentalismo romántico que la gente «educada» de su tiempo había favorecido. Con él estudió Henry Ossawa Tanner, uno de los primeros pintores afroamericanos importantes. En esta línea también trabajaron George Inness, a quien llamaban el «Corot americano», y el más subjetivo Albert Pinkham Ryder. Esta temática de escenas de la vida cotidiana, como ocurrió antes con la del paisaje norteamericano, tiene por origen una misma preocupación estadounidense por hacer del arte algo no exclusivo de una élite, sino que debe ser comprendido por todos y en este sentido es un arte democrático; pero además debe ensalzar también las peculiaridades de una nación, y por ello es un arte nacionalista.

 

 

Diferente es el segundo camino, el que siguieron los pintores estadounidenses que siguieron los estilos europeos academicistas. A esta tendencia pertenece William Merritt Chase. Algunos son considerados estadounidenses, pero desarrollaron gran parte de su carrera en Europa, encontrándose con otros artistas europeos en París y Londres, como la impresionista Mary Cassatt o Whistler. A John Singer Sargent se le acaba considerando estadounidense sólo por su nacionalidad al haber nacido en Florencia (Italia) de padres estadounidenses; famoso retratista, que también pintó paisajes, fue un expatriado que pasó gran parte de su vida en Europa.


 

 
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