La pintura de los Estados Unidos tiene una historia de dos siglos, a partir de la independencia del país. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, los artistas pintaron sobre todo paisajes y retratos en un estilo realista. Las tendencias del arte moderno en Europa llegaron a los Estados Unidos a través de exposiciones en Nueva York como el Armory Show de 1913. Con anterioridad, los artistas estadounidenses habían basado la mayoría de su obra en la pintura occidental y las artes europeas. Después de la Segunda Guerra Mundial, Nueva York reemplazó a París como el centro del mundo artístico. Desde entonces, muchos movimientos estadounidenses han marcado el arte moderno y postmoderno.
Durante la época colonial y las primeras décadas de la nueva nación el único arte que se consideraba admisible, en un entorno puritano y laborioso, eran los retratos. La mayoría de los artistas de la época eran autodidactas. Hoy, los cientos de antiguos retratos que aún existen, realizados a partir de finales del siglo XVII, son altamente valorados por los coleccionistas. Entre los pintores destacados de la época cabe citar al neoyorquino Robert Feke o al escocés John Smybert. Smybert estudió con sir James Thornhill, y en 1728 acompañó al obispo Berkeley a América, con la intención de convertirse en profesor de bellas artes en la universidad que Berkeley pretendía fundar en las Bermudas, lo que nunca ocurrió. En 1731 pintó al Decano George Berkeley y su familia, cuadro también titulado El grupo de las Bermudas (Galería de Arte de la Universidad de Yales); desde este famoso núcleo de las colonias lo que se pretendía era incorporar el joven arte norteamericano al ámbito más amplio del arte británico de la época. Por ello, en los años precedentes a la guerra de independencia de Estados Unidos hubo destacados artistas que viajaron a Europa y algunos de ellos se quedaron allí. John Singleton Copley es considerado como el pintor con el que comienza la escuela de pintura americana. Realizó emblemáticos retratos de la clase comercial progresivamente próspera, pero marchó a Inglaterra en 1774 y allí su obra pareció perder fuerza.
Benjamin West: Tratado de Penn con los indios, 1771-72, óleo sobre lienzo, 190 x 274 cm, Academia de Bellas Artes de Pensilvania, Filadelfia.
En Londres ya vivía, desde 1763, Benjamin West, quien llegó a ser pintor de la corte del rey Jorge III de Inglaterra y actuó como presidente de la Real Academia durante 28 años. A lo largo de cincuenta años, por su taller fueron pasando pintores norteamericanos que buscaban formarse en Europa, por lo que a través de estos alumnos, su estilo influyó en la pintura de la nueva nación. Está considerado el primer pintor que se inspiró en la conquista del Nuevo Mundo, citándose su obra Tratado de Penn con los indios como un cuadro que ejerció gran influencia en la pintura de historia norteamericana posterior.
Entre los artistas que visitaron el taller de West en Londres estuvieron Gilbert Stuart y John Trumbull, quienes desarrollaron su carrera después de la Declaración de Independencia en 1776. La nueva nación necesitaba una historia, y parte de esa historia se expresaría visualmente, tanto mediante retratos como en pintura de historia. Stuart pintó a los nuevos cargos del gobierno, siendo famoso por los numerosos retratos que hizo de George Washington, a lo que se dedicó igualmente Charles Willson Peale. Por su parte, Trumbull representó grandes escenas de batallas de la guerra de independencia, renovando el género de composiciones neoclásicas de temática patriótica.